Si, lo he conseguido, ya tengo moto. Y no tengo ni puñetera idea de conducirla. Ayer me acompañó a recogerla E, que tiene suficiente experiencia como para ir desde Alcalá de Henares a la otra punta de Madrid a 90Km/h detrás de un monovolumen.
La verdad, le agradezco que ayer me incitase a subirme a la moto y estrenarla, para perder un poco el miedo y coger confianza. Gracias a él he aprendido a arrancar y coger algo de velocidad para no caerme.
Hoy, después de comer y aprovechando que no había gente por el barrio, he cogido de nuevo la moto. Esta vez he aprendido que lo de mirar al interior de la curva para no pegártela es imprescindible. De una forma casi mágica, la motocicleta me hacía (más o menos) caso y se orientaba correctamente.
Esta tarde, si tengo tiempo, daré otra vueltecilla. Por si acaso, pediré a C, que también sabe tela marinera de motos, que me acompañe a dar una vuelta a paso de tortuga, para decirme lo que hago mal. Porque como coja muchos vicios, me la pego seguro.
Ya os iré contando más.